Sunday, October 30, 2005

No entiendo, corazón (Juan de Lemos)


si no puedo amar ni amo,
¿por qué, pues, estás así?
corazón, si ya moriste,
¿por qué te siento latir?
¡ay, me parece que vives,
sin tú ni yo consentir!
¿por qué la miro cuando la veo?
¿por qué la veo sin mirarla?
¿y por qué a lo profundo de mis ojos
vienen los tuyos a recordar?
¿por qué dedico tantas horas
a ella sólo en pensar?
¿por qué tímido le hablo,
si yo antes no era así?
¿por qué según lo que escucho,
no sé lo que siento en mí?
¿por qué nunca tengo un no
a ninguno de sus sí?
¿por qué alegre me estremezco
si ella la mano me dio,
y si a otros hizo lo mismo,
mucho menos me agradó?
de veras que no me entiendo ni te entiendo,
corazón. o me engañas o te engaño,
porque si esto amor no es,
no atino, no conozco
qué otra cosa pueda ser.
¡ay, corazón, que vivimos
sin tú ni yo saberlo!

Para ti, amor mío (Jacques Prévert)

fui al mercado de los pájaros
y compré pájaros
para ti,
amor mío.

fui al mercado de las flores
y compré flores
para ti,
amor mío.
fui al mercado de los hierros
y compré cadenas para ti,
amor mío.

luego fui al mercado de los esclavos,
te busqué,
pero no te encontré,
amor mío.

Viaje (Wole Soyinka)

Aunque llegué al final del viaje,
Jamás sentí que hubiera llegado.
Tomé la carretera
Que sube despacio la cuesta de las preguntas, y que me lleva
Incluso a descender a la tierra que conduce a casa.
Yo séQue mi carne está limpiamente mordisqueada, perdida
Para el perturbado pez entre las vainas susurrantes-
Yo los dejé atrás en mi ruta

Y así también con el pan y el vino
Necesito la repartición de derrota y carestía
Yo los dejé atrás en mi rutaJamás sentí que hubiera llegado
Aunque amor y bienvenida me atrapan en casa
Los usurpadores pasan mi copa en cada
Banquete como en una última cena

(Traducción de Rafael Patiño)

Friday, July 29, 2005

Ah, Demóstenes! (Wole Soyinka)

Me llenaré la boca de piedritas
Demóstenes
No para ahogarme, sino mitad delfín, mitad
Pez martillo de aguas profundas
Cabalgar en las olas embestir contra los rompientes
Que erigen,
Machacar los impedimentos del poder e inundar
Sus torres corrompidas:
Me llenaré la boca de piedritas.

Pondré ortigas en mi lengua
Demóstenes
Y luego frustraré su retracción punzante. Ah,
Que me queme de los pies a la cabeza
Que en cada poro tenga sarpullidos
Para que marchite el poder del tirano
Con una descarga
Pondré ortigas en mi lengua.

¿Pero ha oído hablar del werepe
Demóstenes?
Ni siquiera toda su estoica calma puede apagar
Los abrasadores pelos de esa vaina infernal.
Hace que una reina corra desnuda por el mundo
Una comezón que le dice al mundo que su carne
Está putamente enferma:
Pondré werepe en todas las lenguas.

Pondré un poco de veneno de ratas en mi lengua
Demóstenes
Para picar a los roedores con el beso de la muerte.
Decidiré su destino en túneles oscuros y húmedos
Como habitaciones de sus rehenes
Privados de aire, privados de esa misma luz
Entre sus manos ahuecadas para sumergir su mundo
Pondré un poco de veneno de ratas en mi lengua.

Me meteré todos los dedos en la garganta
Demóstenes
Para sacarme un chorro de bilis y ahogar al mundo.
Está petrificado, Demóstenes, puras formas
Usurpan los corazones que conocíamos, puras raspaduras.
Este tartamudeo no se convierte en el mundo,
Esta lengua de millones fugitivos de la verdad:
Me meteré todos los dedos en la garganta.

Dejaré que pase la cicuta
Demóstenes
-Ah, no entre mis labios- he compartido
Su fina disolución en un sinnúmero de gargantas
De acuerdo con aquel sabio agnóstico.
No tartamudeaban como el mundo que dejaron
-Y yo sé por qué-
¡Sus vidas se consumieron con piedritas calientes
En sus lenguas Demóstenes!

Traducción de Nicolás Suescún

Más breve (León de Greiff)

No te me vas que apenas te me llegas,
leve ilusión de ensueño, densa, intensa flor viva.

Mi ardido corazón, para las siegas
duro es y audaz...; para el dominio, blando...

Mi ardido corazón a la deriva...
No te me vas, apenas en llegando.

Si te me vas, si te me fuiste...: cuando
regreses, volverás aún más lasciva
y me hallarás, lascivo, te esperando...

Mi pobre amor se está yendo (León de Greiff)



Mi pobre amor se está yendo...
yo me quedaré llorando...
La lluvia, leve, cayendo;
una nube, allá, glisando...
Mi pobre amor se está yendo.
Lejos, muy lejos!,
soñandola dulce amada,
y tejiendosu ilusión, me va matando...
Mi pobre amor se está yendo...
¿Qué pasa, que nada entiendo?
Qué pena se va a acercando?
La lluvia, leve, cayendo...
Una nube, allá, glisando...
La dulce amada tejiendo
su ilusión, que voy matando!
Mi pobre amor se está yendo...
Yo me quedaré llorando!

Ulises (Pablo Montoya)

Pablo Montoya es un brillante escritor colombiano y este poema es extraído de su libro Viajeros.


Imagino a Ítaca como un cuenco de agua próximo a mi rostro cuarteado. Dispuesta a un deseo que guardo desde los días del gigantesco equino. Trato de saberla, mientras vago solitario bajo el sol de las sirenas, luminosa como los ojos de Telémaco, suave como la piel de quien teje la melancolía. Pero a veces es un espeso sueño entre mis sueños, donde la traición es el manto que se hilvana. Una trama de crímenes en mi contra, la fidelidad de un porquerizo, una esposa que reclama por la ausencia. Y yo, el astuto, el que conoce la morada de los muertos, el filo de este ponto insular, caminando por Ítaca, que se resiste a creer que sou Ulises, su hijo de siempre.

Saturday, June 11, 2005

Poema de los dones (Borges)

Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.

De esta ciudad de libros hizo dueños
a unos ojos sin luz, que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
los insensatos párrafos que ceden

las albas a su afán. En vano el día
les prodiga sus libros infinitos,
arduos como los arduos manuscritos
que perecieron en Alejandría.

De hambre y de sed (narra una historia griega)
muere un rey entre fuentes y jardines;
yo fatigo sin rumbo los confines
de esta alta y honda biblioteca ciega.

Enciclopedias, atlas, el Oriente
y el Occidente, siglos, dinastías,
símbolos, cosmos y cosmogonías
brindan los muros, pero inútilmente.

Lento en mi sombra, la penumbra hueca
exploro con el báculo indeciso,
yo, que me figuraba el Paraíso
bajo la especie de una biblioteca.

Algo, que ciertamente no se nombra
con la palabra azar, rige estas cosas;
otro ya recibió en otras borrosas
tardes los muchos libros y la sombra.

Al errar por las lentas galerías
suelo sentir con vago horror sagrado
que soy el otro, el muerto, que habrá dado
los mismos pasos en los mismos días.

¿Cuál de los dos escribe este poema
de un yo plural y de una sola sombra?
¿Qué importa la palabra que me nombra
si es indiviso y uno el anatema?

Groussac o Borges, miro este querido
mundo que se deforma y que se apaga
en una pálida ceniza vaga
que se parece al sueño y al olvido.

El enamorado (Borges)

Lunas, marfiles, instrumentos, rosas,
lámparas y la línea de Durero,
las nueve cifras y el cambiante cero,
debo fingir que existen esas cosas.
Debo fingir que en el pasado fueron
Persépolis y Roma y que una arena
sutil midió la suerte de la almena
que los siglos de hierro deshicieron.
Debo fingir las armas y la pira
de la epopeya y los pesados mares
que roen de la tierra los pilares.
Debo fingir que hay otros. Es mentira.
Sólo tú eres. Tú, mi desventura
y mi ventura, inagotable y pura.

Ausencia (Borges)

Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.

1964 (Borges)

I

Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines. Ya no hay una
luna que no sea espejo del pasado,

cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes
que acercaba el amor. Hoy sólo tienes
la fiel memoria y los desiertos días.

Nadie pierde (repites vanamente)
sino lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente

para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.

II

Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta

y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna

y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.

Sólo que me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

Thursday, May 12, 2005

La melancolía de Durero

1º Parte.

(Extractos de…)

NARANJO. Jorge Alberto. Revista de Extensión Cultural Nº 21. Universidad Nacional de Colombia. Sede Medellín. 1986.


“Ficino estableció el punto de partida de la nueva concepción de la melancolía basado fundamentalmente en las teorías griegas de dignidad y heroísmo de la melancolía, de sublimidad del delirio mántico, y en la teoría latina de la majestad benévola de Saturno.

“La melancolía, salida del monasterio, ¿En qué se aplicaría?...Enrique de Gante, “alma gemela” de Pico de Mirandolla, sugirió que existen dos clases de pensadores, los filósofos, capaces de conceptos abstractos, y los matemáticos, cuya imaginación excede su poder cognoscitivo: “aceptan una demostración sólo en la medida en que su imaginación pueda seguirla…”. Por eso tales hombres son melancólicos, porque no pueden extender su pensamiento más allá de la ubicación y del espacio que le son los fundamentos de la matemática…

“La geometría se tornó así un “oficio de Saturno”, por vía indirecta, por sus lazos con la crónica melancolía. Pero también por vía directa, etimológica…En su sentido original, geometría es “partición de la tierra”. El antiguo dios de Gea supervisaba la recta medición de su criatura. Saturno se convirtió pues en le dios inspirador de la geometría y de las artes mecánicas que hacen uso de la geometría…

“Hay, según Agripa, tres clases de genios, todos ellos capaces de recibir las influencias de Saturno en forma bienhechora: “Además este humor melancholicus” tiene tal potencia que dicen que atrae a nuestro cuerpo a ciertos demonios, por cuya presencia y actividad los hombres caen en éxtasis y revelan muchas cosas maravillosas…Esto sucede en tres maneras diferentes en correspondencia con la triple capacidad del alma, es decir, la imaginación (imaginatio), la razón (ratio) y la mente (mens). Porque cuando el humor malancholicus la libera, el alma se concentra totalmente en la imaginación, e inmediatamente se convierte en morada de los demonios inferiores, de los cuales en muchos casos recibe maravillosas enseñanzas sobre las artes manuales; así vemos que un hombre sin gran habilidad se convierte de repente en pintor o arquitecto, o en un maestro sumamente notable de alguna otra arte; si los demonios de esta especie son reveladores del futuro, nos muestran cosas relacionadas con catástrofes y desastres naturales, por ejemplo la proximidad de tormentas, terremotos, trombas, o amenazas de peste, hambre y devastación…En cambio cuando el alma se concentra totalmente en la razón, es habitada por los demonios medios, mediante los cuales el hombre adquiere el conocimiento de las cosas naturales y humanas; así vemos cómo un hombre se convierte inesperadamente en filósofo, médico u orador; y sobre los acontecimientos futuros nos muestra lo relativo a la caída de los reinos y al regreso de las épocas, profetizando de la misma manera que la Sibila comunicaba profecías a los romanos…Y cuando el alma vuela muy alto , enteramente hacia el intelecto, es habitada por los demonios más altos, de los cuales aprende los secretos de las cosas divinas, como por ejemplo la ley de Dios, la jerarquía angélica y lo relativo a las cosas eternas y a la salvación del alma: acerca de los acontecimientos futuros nos comunican por ejemplo que va a suceder un prodigio o una maravilla que va a venir un profeta o que va a surgir una nueva religión, tal como la Sibila profetizó la venida de Jesucristo mucho antes de que éste apareciera”.

“El renacimiento transformó la noción de la melancolía hasta hacerla parecer un don divino. Melancólicos fueron llamados Leonardo, Miguel Ángel, Rafael, Durero; melancólicos se llamaron Ficino, Pico, Lorenzo el Magnífico; melancólico se consideró Garcilaso de la Vega…

“El Renacimiento dio alas a la melancolía, para transformar los síntomas y tendencias melancólicos en obras y contemplaciones, la pérdida de contacto con los hombres en culto de la Humanitas y las cosas del Hombre, la fuga hacia el desierto en encuentro con las leyes de la naturaleza, el Dolor en Preñez. Isidorianamente – y aún, como veremos, freudianamente – la melancolía surge en la extrañeza del padre; es orfandad de Júpiter, regresión a un mundo caníbal y autodevorador … Por la melancolía se hace imperioso que el hombre escoja entre sus propias posibilidades, “maestro de su propio destino” más que ejecutor de la voluntad del padre. Los dos abismos, el de la imbecilidad y el de la manía, deben vivirse e interpretarse como los dos extremos de la duda de sí y de la afirmación de sí.


“A medida que llega el conocimiento crece la angustia, y más y más se melancoliza el hombre mientras más verdadero y perfecto conocimiento adquiere de su condición” –
escribe un poeta francés al comenzar el siglo XV.

Recorriéndote (Gioconda Belli)

Quiero morder tu carne,
salada y fuerte,
empezar por tus brazos hermosos
como ramas de ceibo,
seguir por ese pecho con el que sueñan mis sueños
ese pecho-cueva donde se esconde mi cabeza
hurgando la ternura,
ese pecho que suena a tambores y vida continuada.
Quedarme allí un rato largo
enredando mis manos
en ese bosquecito de arbustos que te crece
suave y negro bajo mi piel desnuda
seguir después hacia tu ombligo
hacia ese centro donde te empieza el cosquilleo,
irte besando, mordiendo,
hasta llegar allí
a ese lugarcito
-apretado y secreto-
que se alegra ante mi presencia
que se adelanta a recibirme
y viene a mí
en toda su dureza de macho enardecido.
Bajar luego a tus piernas
firmes como tus convicciones guerrilleras,
esas piernas donde tu estatura se asienta
con las que vienes a mí
con las que me sostienes,
las que enredas en la noche entre las mías
blandas y femeninas.
Besar tus pies, amor,
que tanto tienen aun que recorrer sin mí
y volver a escalarte
hasta apretar tu boca con la mía,
hasta llenarme toda de tu saliva y tu aliento
hasta que entres en mí
con la fuerza de la marea
y me invadas con tu ir y venir
de mar furioso
y quedemos los dos tendidos y sudados
en la arena de las sábanas.

Sencillos deseos (Gioconda Belli)

Hoy quisiera tus dedos
escribiéndome historias en el pelo,
y quisiera besos en la espalda,
acurrucos, que me dijeras
las más grandes verdades
o las más grandes mentiras,
que me dijeras por ejemplo
que soy la mujer más linda,
que me querés mucho,
cosas así, tan sencillas, tan repetidas,
que me delinearas el rostro
y me quedaras viendo a los ojos
como si tu vida entera
dependiera de que los míos sonrieran
alborotando todas las gaviotas en la espuma.
Cosas quiero como que andes mi cuerpo
camino arbolado y oloroso,
que seas la primera lluvia del invierno
dejándote caer despacio
y luego en aguacero.
Cosas quiero, como una gran ola de ternura
deshaciéndome un ruido de caracol,
un cardumen de peces en la boca,
algo de eso frágil y desnudo,
como una flor a punto de entregarse
a la primera luz de la mañana,
o simplemente una semilla, un árbol,
un poco de hierba.

Te veo como un temblor...(Gioconda Belli)

Te veo como un temblor
en el agua.
Te vas,
te venís,
y dejás anillos en mi imaginación.

Cuando estoy con vos
quisiera tener varios yo,
invadir el aire que respiras,
transformarme en un amor caliente
para que me sudés
y poder entrar y salir de vos.

Acariciarte cerebralmente
o meterme en tu corazón y explotar
con cada uno de tus latidos.

Sembrarte como un gran árbol en mi cuerpo
y cuidar de tus hojas y tu tronco,
darte mi sangre de savia
y convertirme en tierra para vos.

Siento un aliento cosquilloso
cuando estamos juntos,
quisiera convertirme en risa,
llena de gozo,
retozar en playas de ternuras
recién descubiertas,
pero que siempre presentí,
amarte, amarte
hasta que todo se nos olvide
y no sepamos quién es quién.

Ahuyentemos el tiempo, amor...(Gioconda Belli)

Ahuyentemos el tiempo, amor,
que ya no exista;
esos minutos largos que desfilan pesados
cuando no estás conmigo
y estás en todas partes
sin estar pero estando.
Me dolés en el cuerpo,
me acariciás el pelo
y no estás
y estás cerca,
te siento levantarte
desde el aire llenarme
pero estoy sola, amor,
y este estarte viendo
sin que estés,
me hace sentirme a veces
como una leona herida,
me retuerzo
doy vueltas
te busco
y no estás
y estás
allí
tan cerca.

Te busco (Gioconda Belli)

Sola yo, amor,
y vos quién sabe dónde;
tu recuerdo me mece como al maíz el viento
y te traigo en el tiempo,
recorro los caminos,
me río a carcajadas
y somos los dos juntos
otra vez,
junto al agua.
Y somos los dos juntos
otra vez,
bajo el cielo estrellado
en el monte,
de noche.
Yo, amor, he aprendido a coser con tu nombre,
voy juntando mis días, mis minutos, mis horas
con tu hilo de letras.
Me he vuelto alfarera
y he creado vasijas para guardar momentos.
Me he soltado en tormenta
y trueno y lloro de rabia por no tenerte cerca,
en viento me he cambiado,
en brisa, en agua fresca
y azoto, mojo, salto
buscándote en el tiempo
de un futuro que tiene
la fuerza de tu fuerza.

Es larga la tarde...(Gioconda Belli)

Es larga la tarde
como el camino curvo hasta tu casa
por donde regreso arrastrando los pies
hasta mi cama sola
a dormir con tu olor engarzado en mi piel,
a dormir con tu sombra.

Es larga la tarde
y el amor redondo como el gatillo de una pistola
me rodea de frente, de lado, de perfil.
El sueño pesa sobre mis hombros
y me acerca de nuevo a vos,
al huequito de tu brazo,
a tu respiración,
a una continuación infinita de la batalla
de sábanas y almohadas que empezamos
y que pone risa
y energía
a nuestro cansancio.

Yo soy tu indómita gacela (Gioconda Belli)

Yo soy tu indómita gacela,
el trueno que rompe la luz sobre tu pecho
Yo soy el viento desatado en la montaña
y el fulgor concentrado del fuego del ocote.
Yo caliento tus noches,
encendiendo volcanes en mis manos,
mojándote los ojos con el humo de mis cráteres.
Yo he llegado hasta vos vestida de lluvia y de recuerdo,
riendo la risa inmutable de los años.
Yo soy el inexplorado camino,
la claridad que rompe la tiniebla.
Yo pongo estrellas entre tu piel y la mía
y te recorro entero,
sendero tras sendero,
descalzando mi amor,
desnudando mi miedo.
Yo soy un nombre que canta y te enamora
desde el otro lado de la luna,
soy la prolongación de tu sonrisa y tu cuerpo.
Yo soy algo que crece,
algo que ríe y llora.
Yo,
la que te quiere.

En la doliente soledad del domingo... (Gioconda Belli)

Aquí estoy,
desnuda,
sobre las sábanas solitarias
de esta cama donde te deseo.

Veo mi cuerpo,
liso y rosado en el espejo,
mi cuerpo
que fue ávido territorio de tus besos;
este cuerpo lleno de recuerdos
de tu desbordada pasión
sobre el que peleaste sudorosas batallas
en largas noches de quejidos y risas
y ruidos de mis cuevas interiores.

Veo mis pechos
que acomodabas sonriendo
en la palma de tu mano,
que apretabas como pájaros pequeños
en tus jaulas de cinco barrotes,
mientras una flor se me encendía
y paraba su dura corola
contra tu carne dulce.

Veo mis piernas,
largas y lentas conocedoras de tus caricias,
que giraban rápidas y nerviosas sobre sus goznes
para abrirte el sendero de la perdición
hacia mi mismo centro,
y la suave vegetación del monte
donde urdiste sordos combates
coronados de gozo,
anunciados por descargas de fusilerías
y truenos primitivos.

Me veo y no me estoy viendo,
es un espejo de vos el que se extiende doliente
sobre esta soledad de domingo,
un espejo rosado,
un molde hueco buscando su otro hemisferio.

Llueve copiosamente
sobre mi cara
y sólo pienso en tu lejano amor
mientras cobijo
con todas mis fuerzas,
la esperanza.

Wednesday, May 11, 2005

Libro del desasosiego - fragmento (Álvaro de Campos)

Nubes... Me interrogo y me desconozco. Nada he hecho de
útil ni haré de justificable. He gastado la parte de la vida que no
perdí en interceptar confusamente cosa ninguna, haciendo versos
en prosa a las sensaciones intransmisibles con que hago mío el
univeno desconocido. Estoy harto de mí, objetiva y subjeti~
mente. Estoy harto de todo, y del todo de todo. Nubes... Son
todo, desarreglos de lo alto, cosas hoy sólo ellas reales entre la
tierra nula y el cielo que no existe; harapos indescriptibles del
tedio que les supongo; niebla condensada en amenazas de color
ausente; algodones en rama sucios de un hospital sin paredes.
Nubes... Son como yo, un pasar desfigurado entre el cielo y la
tierra, al sabor de un impulso invisible, tronando o no tronando,
alegrando blancas u obscureciendo negras, ficciones del intervalo
y del error, lejos del ruido de la tierra y sin tener el silencio
del cielo. Nubes... Siguen pasando, siguen siempre pasando,
pasarán siempre siguiendo, en un enrollamiento discontinuo de
madejas empañadas, en un alargamiento difuso de falso cielo
deshecho.

Quiero quedarme (León de Greiff)

Pronto hemos de separarnos
y de decirnos adiós.
Uno seguirá camino,
el otro no.

Quiero quedarme y que sigas
como si te fuera en pos;
pero no vuelvas la cara,
mujer de Lot.

Irás sola, ¿y por qué triste?,
con mi recuerdo y con Dios.
Será posible que encuentres
alguna flor.

Si en cambio tú te quedaras,
¿cómo podré seguir yo?
Las noches me encontrarían
en donde estoy.

Friday, May 06, 2005

Soy (Borges)

Soy el que sabe que no es menos vano
que el vano observador que en el espejo
de silencio y cristal sigue el reflejo
o el cuerpo (da lo mismo) del hermano.
Soy, tácitos amigos, el que sabe
que no hay otra venganza que el olvido
ni otro perdón. Un dios ha concedido
al odio humano esta curiosa llave.
Soy el que pese a tan ilustres modos
de errar, no ha descifrado el laberinto
singular y plural, arduo y distinto,
del tiempo, que es uno y es de todos.
Soy el que es nadie, el que no fue una espada
en la guerra. Soy eco, olvido, nada.

El suicida (Borges)

No quedará en la noche una estrella.

No quedará la noche

Moriré y conmigo la suma

del intolerable universo.

Borraré las pirámides, las medallas,

los continentes y las caras.

Borraré la acumulación del pasado.

Haré polvo la historia, polvo el polvo.

Estoy mirando el último poniente.

Oigo el último pájaro.

Lego la nada a nadie.

Browwning resuelve ser poeta (Borges)

Por estos rojos laberintos de Londres
descubro que he elegido
la más curiosa de las profesiones humanas,
salvo que todas, a su modo, lo son.
Como los alquimistas
que buscaron la piedra filosofal
en el azogue fugitivo,
haré que las comunes palabras
-naipes marcados del tahúr, moneda de la plebe-
rindan la magia que fue suya
cuando Thor era el numen y el estrépito,
el trueno y la plegaria.
En el dialecto de hoy
diré a mi vez las cosas eternas;
trataré de no ser indigno
del gran eco de Byron.
Este polvo que soy será invulnerable.
Si una mujer comparte mi amor
mi verso rozará la décima esfera de los cielos concéntricos;
si una mujer desdeña mi amor
haré de mi tristeza una música,
un alto río que siga resonando en el tiempo.
Viviré de olvidarme.
Seré la cara que entreveo y olvido,
seré Judas que acepta
la divina misión de ser traidor,
seré Calibán en la ciénaga,
seré un soldado mercenario que muere
sin temor y sin fe,
seré Polícrates que ve con espanto
el anillo devuelto por el destino,
seré el amigo que me odia.
El persa me dará el ruiseñor y Roma la espada.
Máscaras, agonías, resurrecciones,
destejerán y tejerán mi suerte
y alguna vez seré Robert Browwning.

El sueño (Borges)

Si el sueño fuera (como dicen) una
tregua, un puro reposo de la mente,
¿por qué, si te despiertan bruscamente,
sientes que te han robado una fortuna?

¿Por qué es tan triste madrugar? La hora
nos despoja de un don inconcebible,
tan íntimo que sólo es traducible
en un sopor que la vigilia dora

de sueños, que bien pueden ser reflejos
truncos de los tesoros de la sombra,
de un orbe intemporal que no se nombra

y que el día deforma en sus espejos.
¿Quién serás esta noche en el oscuro
sueño, del otro lado de su muro?

Yo (Borges)

La CALAVERA, el corazón secreto,
los caminos de sangre que no veo,
los túneles del sueño, ese Proteo,
las vísceras, la nuca el esqueleto.
Soy esas cosas. Increíblemente
soy también la memoria de una espada
y la de un solitario sol poniente
que se dispersa en oro, en sombra, en nada.
Soy el que ve las proas desde el puerto;
soy los contados libros, los contados
grabados por el tiempo fatigados;
soy el que envidia a los que ya se han muerto.
Más raro es ser el hombre que entrelaza
palabras en un cuarto de una casa.

Thursday, April 28, 2005

La ciudad (Constantino Kavafis)

Dices «Iré a otra tierra, hacia otro mar
y una ciudad mejor con certeza hallaré.
Pues cada esfuerzo mío está aquí condenado,
y muere mi corazón
lo mismo que mis pensamientos en esta desolada languidez.
Donde vuelvo mis ojos sólo veo
las oscuras ruinas de mi vida
y los muchos años que aquí pasé o destruí».
No hallarás otra tierra ni otra mar.
La ciudad irá en ti siempre. Volverás
a las mismas calles. Y en los mismos suburbios llegará tu vejez;
en la misma casa encanecerás.
Pues la ciudad siempre es la misma. Otra no busques
-no hay-,
ni caminos ni barco para ti.
La vida que aquí perdiste
la has destruido en toda la tierra.

Anque sea con engaños...(Constantino Kavafis)

Aunque sea con engaños, que me ilusione ahora:
pero que no sienta el vacío de mi vida.
Ha estado tan cerca tantas veces.
Mas cómo me paralizaba, cómo me intimidé;
cerrada permaneció mi boca;
llorando dentro de mí el alma vacía,
hundidos en el duelo mis deseos.
Tantas veces estuve tan cerca
de sus ojos, y de sus labios amorosos,
del soñado, del amado cuerpo.
Tantas veces estuve tan cerca.

Al atardecer (Constantino Kavafis)

De cualquier forma aquellas cosas no hubieran durado mucho.
La experiencia
de los años así lo enseña. Mas qué bruscamente
todo cambió.
Corta fue la hermosa vida.
Pero qué poderosos perfumes,
en qué lechos espléndidos caímos,
a qué placeres dimos nuestros cuerpos.
Un eco de aquellos días de placer,
un eco de aquellos días volvió a mí,
las cenizas del fuego de nuestra juventud;
en mis manos cogí de nuevo la carta,
y leí y volví a leer hasta que se desvaneció la luz.
Y melancólicamente salí al balcón -
salí para distraer mis pensamientos mirando
un poco la ciudad que amo,
un poco del bullicio de sus calles y sus tiendas.

Ítaca (Constantino Kavafis)

Si vas a emprender el viaje hacia Ítaca,
pide que tu camino sea largo,
rico en experiencias, en conocimiento.
A Lestrigones y a Cíclopes,
al airado Poseidón nunca temas,
no hallarás tales seres en tu ruta
si alto es tu pensamiento y limpia
la emoción de tu espíritu y tu cuerpo.
A Lestrigones ni a Cíclopes,
ni a fiero Poseidón hallarás nunca,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no es tu alma quien ante ti los pone.

Pide que tu camino sea largo.
Que numerosas sean las mañanas de verano
en que con placer, felizmente
arribes a bahías nunca vistas;
detente en los emporios de Fenicia
y adquiere hermosas mercancías,
madreperla y coral, y ámbar y ébano,
perfumes deliciosos y diversos,
cuanto puedas invierte en voluptuosos y delicados perfumes;
visita muchas ciudades de Egipto
y con avidez aprende de sus sabios.

Ten siempre a Ítaca en la memoria.
Llegar allí es tu meta.
Mas no apresures el viaje.
Mejor que se extienda largos años;
y en tu vejez arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino,
sin esperar que Ítaca te enriquezca.

Ítaca te regaló un hermoso viaje.
Sin ella el camino no hubieras emprendido.
Mas ninguna otra cosa puede darte.

Aunque pobre la encuentres, no te engañará Ítaca.
Rico en saber y en vida, como has vuelto,
comprendes ya qué significan las Ítacas.

Regresa y tómame (Constantino Kavafis)

Regresa a menudo y tómame,
sensación bienamada.
Regresa y tómame
cuando la memoria se despierte,
cuando un antiguo deseo
pase por la sangre,
cuando los labios y la piel recuerden
y las manos crean tocar de nuevo...

Regresa a menudo y tómame de noche
a la hora en que los labios y la piel recuerdan.

Tuesday, April 19, 2005

El niño bueno (Julio Cortázar)

No sabré desatarme los zapatos y dejar que la ciudad me muerda los pies
no me emborracharé bajo los puentes, no cometeré faltas de estilo.
Acepto este destino de camisas planchadas,
llego a tiempo a los cines, cedo mi asiento a las señoras.
El largo desarreglo de los sentidos me va mal. Opto
por el dentífrico y las toallas. Me vacuno.
Mira qué pobre amante, incapaz de meterse en una fuente
para traerte un pescadito rojo
bajo la rabia de gendarmes y niñeras.

El encubridor (Julio Cortázar)

Ese que sale de su país porque tiene miedo,
no sabe de qué,
miedo del queso con ratón,
de la cuerda entre los locos,
de la espuma en la sopa.
Entonces quiere cambiarse como una figurita,
el pelo que antes se alambraba
con gomina y espejo lo suelta en jopo,
se abre la camisa, muda de costumbres,
de vino, de idioma.
Se da cuenta, infeliz, que va tirando mejor,
y duerme a pata ancha.
Hasta de estilo cambia,
y tiene amigos que no saben su historia provinciana,
ridícula y casera.
A ratos se pregunta como pudo esperar
todo ese tiempo
para salirse del río sin orillas,
de los cuellos garrote,
de los domingos, lunes, martes, miércoles y jueves.
A fojas uno, si, pero cuidado:
un mismo espejo es todos los espejos,
y el pasaporte dice que naciste y que eres
y cutis color blanco, nariz de dorso recto,
Buenos Aires, septiembre.
Aparte que no olvida,
porque es arte de pocos,
lo que quiso,
esa sopa de estrellas y letras que infatigable comerá
en numerosas mesas de variados hoteles,
la misma sopa, pobre tipo,
hasta que el pescadito intercostal
se plante y diga basta.

Antes y después (Julio Cortázar)

como los juegos al llanto
como la sombra a la columna
el perfume dibuja el jazmín
el amante precede al amor
como la caricia a la mano
el amor sobrevive al amante
pero inevitablemente
aunque no haya huella ni presagio
aunque no haya huella ni presagio
como la caricia a la mano
el perfume dibuja el jazmín
el amante precede el amor
pero inevitablemente
el amor sobrevive al amante
como los juegos al llanto
como la sombra a la columna
como la caricia a la mano
aunque no haya huella ni presagio
el amante precede al amor
el perfume dibuja el jazmín
como los juegos al llanto
como la sombra a la columna
el amor sobrevive al amante
pero inevitablemente

Objetos perdidos (Julio Cortázar)

Por veredas de sueño y habitaciones sordas
tus rendidos veranos me aceleran con sus cantos
Una cifra vigilante y sigilosa
va por los arrabales llamándome y llamándome
pero qué falta, dime, en la tarjeta diminuta
donde están tu nombre, tu calle y tu desvelo
si la cifra se mezcla con las letras del sueño,
si solamente estás donde ya no te busco.
(Mendoza, Argentina 1944)

El breve amor (Julio Cortázar)

Con qué tersa dulzura
me levanta del lecho en que soñaba
profundas plantaciones perfumadas,
me pasea los dedos por la piel y me dibuja
en el espacio, en vilo, hasta que el beso
se posa curvo y recurrente
para que a fuego lento empiece
la danza cadenciosa de la hoguera
tejiéndose en ráfagas, en hélices,
ir y venir de un huracán de humo-
(¿Por qué, después,
lo que queda de mí
es sólo un anegarse entre las cenizas
sin un adiós, sin nada más que el gesto
de liberar las manos ?

Tala (Julio Cortázar)

Llévese estos ojos, piedritas de colores,
esta nariz de tótem, estos labios que saben
todas la tablas de multiplicar y las poesías más selectas.
Le doy la cara entera, con la lengua y el pelo,
me quito las uñas y dientes y le completo el peso.
No sirve
esa manera de sentir. Qué ojos ni qué dedos.
Ni esa comida recalentada, la memoria,
ni la atención, como una cotorrita perniciosa.
Tome las inducciones y las perchas
donde cuelgan las palabras lavadas y planchadas.
Arree con la casa, fuera de todo,
déjeme como un hueco, o una estaca.
Tal vez entonces, cuando no me valga
la generosidad de Dios, ese boy scout,
y esté igual que la alfombra que ha aguantado
su lenta lluvia de zapatos ochenta años
y es urdimbre no más, claro esqueleto donde
se borraron los ricos pavo reales de plata,
puede ser que sin vos diga tu nombre cierto
puede ocurrir que alcance sin manos tu cintura.

Bolero (Julio Cortázar)

Qué vanidad imaginar
que puedo darte todo, el amor y la dicha,
itinerarios, música, juguetes.
Es cierto que es así:
todo lo mío te lo doy, es cierto,
pero todo lo mío no te basta
como a mí no me basta que me des
todo lo tuyo.
Por eso no seremos nunca
la pareja perfecta, la tarjeta postal,
si no somos capaces de aceptar
que sólo en la aritmética
el dos nace del uno más el uno.
Por ahí un papelito
que solamente dice:
Siempre fuiste mi espejo,
quiero decir que para verme tenía que mirarte.
Y este fragmento:
La lenta máquina del desamor
los engranajes del reflujo
los cuerpos que abandonan las almohadas
las sábanas los besos
y de pie ante el espejo interrogándose
cada uno a sí mismo
ya no mirándose entre ellos
ya no desnudos para el otro
ya no te amo,
mi amor.

Una carta de amor (Julio Cortázar)

Todo lo que de vos quisiera
es tan poco en el fondo
porque en el fondo es todo
como un perro que pasa, una colina,
esas cosas de nada, cotidianas,
espiga y cabellera y dos terrones,
el olor de tu cuerpo,
lo que decís de cualquier cosa,
conmigo o contra mía,
todo eso es tan poco
yo lo quiero de vos porque te quiero.
Que mires más allá de mí,
que me ames con violenta prescindencia
del mañana, que el grito
de tu entrega se estrelle
en la cara de un jefe de oficina,
y que el placer que juntos inventamos
sea otro signo de la libertad.

Happy new year (Julio Cortázar)

Mira, no pido mucho,
solamente tu mano, tenerla
como un sapito que duerme así contento.
Necesito esa puerta que me dabas
para entrar a tu mundo, ese trocito
de azúcar verde, de redondo alegre.
¿No me prestas tu mano en esta noche
de fin de año de lechuzas roncas?
No puedes, por razones técnicas. Entonces
la tramo en aire, urdiendo cada dedo,
el durazno sedoso de la palma
y el dorso, ese país de azules árboles.
Así la tomo y la sostengo, como
si de ello dependiera
muchísimo del mundo,
la sucesión de las cuatro estaciones,
el canto de los gallos, el amor de los hombres.

After such pleasures(Julio Cortázar)

Esta noche, buscando tu boca en otra boca,
casi creyéndolo, porque así de ciego es este río
que me tira en mujer y me sumerge entre sus párpados,
qué tristeza nadar al fin hacia la orilla del sopor
sabiendo que el placer es ese esclavo innoble
que acepta las monedas falsas, las circula sonriendo.
Olvidada pureza, cómo quisiera rescatar
ese dolor de Buenos Aires, esa espera sin pausas ni esperanza.
Solo en mi casa abierta sobre el puerto
otra vez empezar a quererte,
otra vez encontrarte en el café de la mañana
sin que tanta cosa irrenunciable
hubiera sucedido.
Y no tener que acordarme de este olvido que sube
para nada, para borrar del pizarrón tus muñequitos
y no dejarme más que una ventana sin estrellas.

Quizá la más querida (Julio Cortázar )

Me diste la intemperie,
la leve sombra de tu mano
pasando por mi cara.
Me diste el frío, la distancia,
el amargo café de medianoche
entre mesas vacías.
Siempre empezó a llover
en la mitad de la película,
la flor que te llevé tenía
una araña esperando entre los pétalos.
Creo que lo sabías
y que favoreciste la desgracia.
Siempre olvidé el paraguas
antes de ir a buscarte,
el restaurante estaba lleno
y voceaban la guerra en las esquinas.
Fui una letra de tango
para tu indiferente melodía.

Tuesday, March 15, 2005

Andrés Calamaro

Aquí la música también tiene lugar...

Contá con mi corazón
Hoy que la ciudad te volvió a matar
Hoy que solo cambian gobiernos
Hoy que el sueño aquel se volvió a caer
Hoy que el miedo es parte del juego
Hoy que confiar es una enorme ficció
La luna solo neón
Yo vengo a hablarte de amor
Hoy que despertás solo en altamar
Sin un cable y a la deriva
Hoy que la verdad solo es un disfraz
Con el que te habla la mentira
Hoy que la farsa duerme en un callejón
La magia aún no despertó
Yo vengo a hablarte de amor

Contá con mi corazón
Para ahuyentar a la muerte
Contá con mi corazón
Hasta que cambie la suerte, amor

Hoy que te encontré, hablando sin red
El tango de los condenados
Hoy que viste bien quién habla con quién
Mientras todos siguen callados
Hoy que el gris es como siempre el color
Robin llegó y cayó en prisión
Yo vengo a hablarte de amor

Monday, March 14, 2005

Sobre Julio Cortázar


INVENTARIOS

Montones de Cronopios. Muchos Famas. Tantas Esperanzas. Las hormigas,la máquina de matar hormigas y los hormigombres. Un pez Axolotl quemuda en pez a quien lo mira. Otro conejo. La imposiblidad de ponerse oquitarse un pullover. La continuidad de la novela que el hombre lee mientras un puñal determina el destino ¿de la novela?¿de él? Un escenario que utiliza al espectador para meterle en una trama de la cual se desconoce el final. Otro escenario en que el público devora a una orquesta. Un cuadrilatero para un boxeador que golpea su historia. Dos conejos. La única sensación de amor: el roce de una mano en los pasamanos del metro. Silvia a quien vemos, aunque se diga que noexiste. El guerrero azteca que sueña boca arriba con una sala decirugía en París. Lo que queda de la casa tomada. La puerta condenada. El otro cielo. El juego, los juegos y el final del juego. Más conejos. El tigre que se pasea por la casa. La esencia de serpientes para alimentar mangostas. El cuidado que hay que tener sobre las mancuspias. Una flor amarilla. Una flor: un Cronopio. Dos Cronopios:un jardín.

Instituto de Altos Estudios Patafísicos de Buenos Aires.
Cátedra de trabajos prácticos Rousselianos.
Comisión de Rayuela.
Subcomisiones Electrónica y de Relaciones Patabrownianas.

(Este texto lo encontré publicado en un afiche grande en la feria del libro 2004, de la ciudad de Medellín, Colombia)

Thursday, March 10, 2005

Carta del subcomandante Marcos a Joaquín Sabina

18 de octubre de 1996.
De: Subcomandante Insurgente Marcos.
CCRI-CG del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Montañas del Sureste Mexicano, Chiapas.
México.
Don Sabina:
Yo sé que le parecerá extraño que le escriba, pero resulta que me duele la muela y, según acabo de leer, usted camina ahora por estas tierras que, mientras no acaben por venderlas también, siguen siendo mexicanas.
Entonces pensé yo que, aprovechando que me duele la muela y que usted camina ahora bajo estos cielos, pudiera yo escribirle y saludarlo e invitarlo a echarse un "palomazo" con el Sup (a larga distancia, se entiende).
¿Qué dice usted? ¿Cómo? ¿Que qué tiene que ver el dolor de muelas con el "palomazo"? Bueno, tiene usted razón, debo explicarle entonces la muy extraña relación entre el dolor de muelas, el que usted camine por estas tierras, la larga distancia y una muchacha. No, no se sorprenda usted de que ahora haya aparecido una muchacha. Siempre aparece una, vos lo sabés Sabina.
Bien, resulta que cuando yo pasaba por esa etapa difícil en que uno descubre que ya no es más un niño y tampoco alcanza a ser un hombre (esa etapa, vos lo sabés Sabina, en que las féminas se transmutan de molestas a interesantes y hay que ver la de problemas que esto provoca), conocí a un viejo que, sin que se lo pidiera, decidió que tenía que darme un consejo sobre esos seres incomprensibles pero tan amables que eran, y son, las mujeres. "Mira muchacho" me dijo, "la vida de un hombre no es más que la búsqueda de una mujer. Fijate que digo 'una mujer' y no 'cualquier mujer'. Y por 'una mujer', muchacho, me estoy refiriendo a una de 'única'. El problema está en que el hombre siempre queda con la duda de si la mujer que encontró, si es que encuentra alguna, es esa 'una mujer' que estaba buscando. Yo ya estoy viejo y he descubierto una fórmula infalible para saber si la mujer que uno encontró es la 'una mujer' que estaba uno buscando..."
El viejo carraspeó y me confió: "Si tu le dices a una mujer que te duele una muela y ella, en lugar de mandarte al dentista o darte un analgésico, te abraza y deja que recuestes la mejilla en sus pechos, entonces, muchacho, esa mujer es la 'una mujer' que andabas buscando...".
Yo me quedé perplejo, pero como quiera tomé nota de la fórmula. A mí nunca se me había ocurrido que debía pasarme la vida buscando una mujer (...). A mí se me ocurrían cosas más concretas y factibles, como ser bombero, conquistar el mundo o construir un avión que se controlara solo con el pensamiento. Respecto a las mujeres, yo me tenía en muy alta estima y estaba más propenso a que esa "una mujer" me encontrara a mí, que a buscarla yo. (...) A mí ni se me ocurrió que la fórmula estuviera mal. Así que achaqué mis primeros fracasos a la falta de autenticidad en mi dolor de muelas. Con clips y palillos, después de una paciente labor de meses, logré picarme dos muelas con tanto éxito que tuve que acompañar la estrategia con una fuerte dosis de antibióticos. Repetí la fórmula, ahora con la confianza de saberme auténtico, y los resultados siguieron siendo magros.Así hubiera seguido adelante, acabando con mis muelas, si no es porque, ya adolescente, encontré a otro viejo que, cruel, me dijo: "Tu problema está en la cara. Más bien en tu nariz. A los feos, las muchachas no les hacen caso, a menos que sean cantantes".
"¿Cantantes?" Bueno, esta nueva fórmula les daría reposo a mis muelas (que por lo demás ya estaban definitivamente destrozadas)... Claro que el problema entonces era saber qué se necesitaba para ser cantante (...). Después, escuchando canciones, me di cuenta de que el problema era mayor, ya que una cosa era ser "cantante" y otra más difícil era ser "cantautor" o "canta-autor" (vos lo sabés Sabina). Entonces hice trampa, es decir, escribí algunos poemas (o como se llamara lo que escribía) y dejaba siempre pendiente la música. (...)
Resulta que (vos lo sabés, Sabina) hay ahora una muchacha que está demasiado lejos y entonces pensé que usted, Don Sabina, podría echarme una mano y una tonadita (mire que no es lo mismo pero pudiera ser igual). Y usted podría echarme una mano si me permitiera tutearlo y, cómplice como ha sido antes sin saberlo, fingiera usted que nos conocemos desde hace mucho tiempo y que, por tanto, es perfectamente natural que usted reciba una carta del Sup redactada en los siguientes términos:
"Sabina (sí, ya sé que te desconcierta este inicial e irreverente tuteo, pero tú compórtate como si tal cosa): He trabajado arduamente en los últimos días en la letra que me encargaste para tu nueva canción (Vamos, quita ya esa cara de espanto! Ya sé que no me has encargado ninguna letra para ninguna canción, pero sígueme la corriente para despistar al enemigo) pero ha sido inútil. No me sale nada original. Así las cosas, busqué en el cofre del pirata y solo encontré un viejo y mohoso poema, que no es tan viejo y tal vez ni a poema llegue, que te puede servir si le das un poco de aliño. Es ideal para ponerle música y escalar con velocidad el "hit parade" internacional (no me preguntes si para arriba o para abajo), pero tú ya sabes que a nosotros los artistas (sigue fingiendo demencia, no denotes la menor sorpresa) no nos importa la fama (bueno, no mucho).
En este caso particular, a mí solo me interesa una muchacha que está demasiado lejos para que pueda yo musitarle al oído este poema y arrancarle así, vos lo sabés Sabina, una sonrisa o una lágrima (...). El poema dice, más o menos, así:
"Como si llegaran a buen puerto mis ansias,
como si hubiera donde hacerse fuerte,
como si hubiera por fin destino para mis pasos,
como si encontrara mi verdad primera,
como traerse al hoy cada mañana,
como un suspiro profundo y quedo,
como un dolor de muelas aliviado,
como lo imposible por fin hecho,
como si alguien de veras me quisiera,
como si, al fin, un buen poema me saliera.
Llegar a ti."
La tonadita puede ir más o menos así: tara-tarara-tararira-etcétera, vos lo sabés Sabina. El título de la canción podría ser "Canción para una muchacha que está demasiado lejos", o "Un dolor de muelas para ella", o "Un dolor de muelas, Sabina, la larga distancia, una muchacha y el Sup". En fin, ya se te ocurrirá algo. El crédito puede ser "Letra: el Sup. Música: Joaquín Sabina", o "Letra y música: Joaquín Sabina (a petición del Sup)" o como quieras. Vale.
Salud y ojalá ella entienda... El Sup."
Esa podría ser la carta que usted recibiera y aceptara, Don Sabina. Y todo esto viene a cuento porque estaba yo solo, con mi dolor de muela y leyendo que usted camina por estas tierras. Entonces pensaba yo que usted, tal vez, estaría de buen humor y magnánimo y que podría contarle yo la historia de los dolores de muelas, mi frustrada carrera como cantautor y una muchacha que está demasiado lejos (...).
Vale. Salud y ya sabe usted, si le sobran por ahí un analgésico o una tonadita, no dude en mandármelos. Ambas cosas se agradecen en este asfixiado pecho que le escribe...
Desde las montañas del sureste mexicano.
México, octubre de 1996

Para leer en forma interrogativa (Julio Cortázar)

Has visto
verdaderamente has visto
la nieve los astros los pasos afelpados de la brisa
Has tocado
de verdad has tocado
el plato el pan la cara de esa mujer que tanto amás
Has vivido
como un golpe en la frente
el instante el jadeo la caída la fuga
Has sabido
con cada poro de la piel sabido
que tus ojos tus manos tu sexo tu blando corazón
había que tirarlos
había que llorarlos
había que inventarlos otra vez.